Sin embargo el que una oveja confíe en un perro plantea la pregunta: ¿Y si quien la guía no es el pastor legítimo?
Esto toca una de las advertencias más serias y repetidas en el Nuevo Testamento; la de los falsos pastores y la necesidad de discernimiento.
La advertencia contra los falsos pastores y engañadores fue expuesta por el Señor Jesús al insistir explícitamente en que no todo el que parece guiar viene de Dios.
En Mateo 7:15 leemos: "Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces."
En Hechos 20:29 Pablo advierte: "Sé que después de mi partida entrarán en medio de ustedes lobos feroces que no perdonarán el rebaño.
La imagen del perro (un animal doméstico que parece un ayudante del pastor de las ovejas) es llamativa.
No es un lobo obvio, pero tampoco es el Pastor verdadero.
La enseñanza es no seguir ciegamente a cualquier líder o cualquier voz. Hay que examinar si ese guía se alinea con la del Buen Pastor que es Jesús.
La defensa principal de una oveja contra un guía falso es conocer tan bien la voz de su pastor verdadero que cualquier otra voz le resulte extraña y no la siga.
Expresa Juan 10:4-5 con respecto al pastor: "Y saca todas sus propias ovejas. Cuando ya ha sacado todas las suyas, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen porque conocen su voz. Pero a un extraño no seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños."
La responsabilidad de nosotros los creyentes es sumergirnos en la Palabra de Dios, la biblia y en la oración para familiarizarnos tanto con el carácter y las enseñanzas de Jesús, que cualquier doctrina o guía contraria sea inmediatamente reconocible como falsa.
La confianza absoluta se deposita solo en Cristo. La guía de cualquier líder humano (pastores, maestros, etc.) debe ser siempre evaluada a la luz de la Palabra de Dios, que es la voz inequívoca del Pastor verdadero, Jesús.
En resumen: No se trata de seguir a cualquiera que diga "ven conmigo", sino de conocer tan bien al Pastor, que solo se elija seguir a quien Él haya enviado y cuya voz coincida con la suya.
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