Autenticación de su identidad: Cada milagro servía como una confirmación divina de que Jesús era el Mesías prometido y el Hijo de Dios. Como Nicodemo reconoció en Juan 3:2, "nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él".
Señales de su mensaje: Los milagros eran la prueba de la verdad de sus enseñanzas. Su poder sobre la enfermedad, los demonios, la naturaleza e incluso la muerte, demostraba que su evangelio y sus afirmaciones eran verdaderas.
Manifestación de su compasión: Aunque el propósito principal era teológico, los milagros también eran actos de amor y compasión hacia las personas que sufrían, reflejando el carácter de Dios.
Cumplimiento de profecía: Algunos milagros cumplieron profecías del Antiguo Testamento, como la curación de ciegos, sordos y cojos (Isaías 35:5-6), reforzando que él era quien la escritura había anunciado.
El pastor John MacArthur enfatiza que los milagros de Jesús no eran simples actos de magia o exhibiciones de poder, sino que tenían un propósito claro y fundamental:
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