Santiago 1:2-3
2
"Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, 3 sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia."
¿Por qué sufre la gente buena? ¿Por qué Dios manda las pruebas?
¿Por qué la prueba produce paciencia?
Si hiciéramos un listado de las preguntas más frecuentes que se le hacen al cristianismo y los cristianos, estas tres estarían entre los primeros de la lista.
Y es que estamos más preocupados en saber cómo nos va en la tierra, que como nos iría sin salvación en la eternidad.
“El ácido del sufrir prueba la moneda del creer”, es una frase muy antigua referente a lo que ocurre cuando alguien necesita saber si un material es oro o no.
Se dirige donde un joyero y este para probarla le aplica ácido nítrico y si no cambia de color, es oro.
De forma parecida, los sufrimientos y las pruebas son el ácido que Dios deja en nuestras vidas para saber si tenemos una fe fuerte o débil.
Otra frase muy popular en las iglesias es “las pruebas son el gimnasio de la fe”, alusiva al hecho de que así como vamos a ejercitarnos para tornar y fortalecer el cuerpo, una fe que se ha puesto a prueba es fuerte y flexible, logrando que lo que antes nos ponía de cabeza abajo, ahora lo soportemos con valentía sabiendo que es cierto lo escrito en el libro de Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Mis amigos, no es lo mismo “creer en Dios” que “creerle a Dios”.
Creer en Dios es saber que un ser sobrenatural rige la vida.
Creerle a Dios es confiar en que, aunque ruja la tormenta, ese ser divino está con nosotros pase lo que pase.
Solo cuando algo es probado se puede saber si es bueno.
Un avión es probado hasta el cansancio para determinar que no tiene un solo error, un medicamento se prueba en muchas personas para saber que realmente cura, un estudiante es probado para confirmar si ciertamente merece un título, un deportista es probado exhaustivamente para proclamarlo campeón, un empleado es probado duramente para establecer si de verdad merece una posición.
Por supuesto, la calidad de algo se prueba bajo tensión y presión y muchas veces bajo dolor.
¿Sabias que una perla costosísima es el resultado del dolor de la ostra? Una sustancia indeseable hiere y entra en el interior de la ostra. Puede ser un parásito o un grano de arena. La ostra, produce en su cuerpo unas células que producen nácar. Cuando penetra algo extraño las células empiezan a trabajar y la recubren con varias capas de nácar para proteger su cuerpo. Como resultado, se va formando una hermosa perla. Una ostra que no fue herida de algún modo no puede producir perlas, porque la perla es una herida cicatrizada.
Las pruebas sacan a relucir lo que hay en nosotros, sobre todo si hay debilidades, dándonos la oportunidad de mejorar y prepararnos mejor para un futuro, a través de la adquisición de la paciencia, de aprender a no desesperarnos, aunque todo se vea horrible, sabiendo que si la prueba o el problema llega es por un plan o propósito que Dios tiene para nuestras vidas.
Tener gozo en medio de la prueba, es un consejo que en momento de desesperación nos parece absurdo y hasta en algunos casos suena como burla.
Pero es una actitud de paz en el corazón que el Espíritu Santo produce para permitir que Cristo y su Palabra cumplan su cometido en nuestra vida.
Ninguna prueba es para siempre y por lo general, mientras mayor es la prueba, mayor es la bendición.
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Cristo te ama y me ama. Quiere que estemos en comunicación.