¿QUÉ HIZO JESÚS EL JUEVES SANTO?




a) Jesús lava los pies de sus discípulos. Juan 13:4-17.

b) Jesús ora en el Getsemaní y suda gotas de sangre.
Mateo 26:40-46.

c) Se produce el arresto de Jesús. 
Marcos 1:43-50, Lucas 22:47-53, Juan 18:2-11 

D) Pedro niega a Jesus.     Marcos.14:66-72,
 Lucas 22:55-62, Juan:15-18,25-27

Por la mañana del jueves, Pedro y Juan se adelantaron para preparar la cena en Jerusalén.

Esa noche se reunió Jesús con sus discípulos para celebrar la Pascua.

Mientras estaban cenando, Jesús se levantó de la mesa, se quitó el manto y se ciñó una toalla.

Echó agua en un recipiente y se puso a lavar los pies a sus discípulos.  

Un gesto de servicio porque ésta era una actividad reservada exclusivamente a los esclavos.

Pedro se resiste a ser lavado por el Maestro, pero él le dice que si no lo acepta, no tiene parte con él. 

Cristo nos dio un gran ejemplo en la Última Cena, lavando los pies de sus apóstoles. Nos enseñó que la labor del cristiano es ayudar a los demás con una actitud de servicio, amor y humildad.

Con las palabras “Haced esto en memoria mía” al convertir el pan y el vino en su Cuerpo y en su Sangre, es el momento en que instituye el acto de la Cena del Señor o Santa Cena, para demostrarles a sus discípulos cuánto les amaba y dar ejemplo de humildad y amor.

Llegada la noche, Jesús se retiró junto con Pedro, Santiago y Juan a orar al Huerto de Getsemaní. Es ahí donde Jesús acepta cargar con los pecados de toda la humanidad antes de su pasión.

Fue inmensa su agonía, sufría a tal grado que sudó gotas de sangre. Aún así, acepta seguir adelante: “No se haga mi voluntad, sino la Tuya”. Sabía que pronto le iban a apresar.

"Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.

Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.

Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.

Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega.

Mientras todavía hablaba, vino Judas, uno de los doce, y con él mucha gente con espadas y palos, de parte de los principales sacerdotes y de los ancianos del pueblo.

Y el que le entregaba les había dado señal, diciendo: Al que yo besare, ése es; prendedle. 

Y en seguida se acercó a Jesús y dijo: ¡Salve, Maestro! Y le besó. Y Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes?

Entonces se acercaron y echaron mano a Jesús, y le prendieron. Pero uno de los que estaban con Jesús, extendiendo la mano, sacó su espada, e hiriendo a un siervo del sumo sacerdote, le quitó la oreja.

Entonces Jesús le dijo: Vuelve tu espada a su lugar; porque todos los que tomen espada, a espada perecerán. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles? ¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

En aquella hora dijo Jesús a la gente:¿Como contra un ladrón habéis salido con espadas y con palos para prenderme? Cada día me sentaba con vosotros enseñando en el templo, y no me prendisteis. 

Más todo esto sucede, para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces todos los discípulos, dejándole, huyeron.

Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

Más Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin. 

Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte, Y no lo hallaron, aunque muchos testigos falsos se presentaban.

Pero al fin vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Este dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo. Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti? Más Jesús callaba.

Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. 

Jesús le dijo: Tú lo has dicho; y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia. ¿Qué os parece?

Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte!

Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos, y otros le abofeteaban, diciendo: Profetízanos, Cristo, quién es el que te golpeó.

Pedro estaba sentado fuera en el patio; y se le acercó una criada, diciendo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Mas él negó delante de todos, diciendo: No sé lo que dices.

Saliendo él a la puerta, le vio otra, y dijo a los que estaban allí: También éste estaba con Jesús el nazareno. Pero él negó otra vez con juramento: No conozco al hombre.

Un poco después, acercándose los que por allí estaban, dijeron a Pedro: Verdaderamente también tú eres de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir, y a jurar: No conozco al hombre.

Y en seguida cantó el gallo. Entonces Pedro se acordó de las palabras de Jesús, que le había dicho :Antes que cante el gallo, me negarás tres veces. Y saliendo, lloró amargamente.

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