Mateo 15:7-8. “7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 8 Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mi.”
Todos hemos oído la expresión “habla de la boca para afuera”, que significa hablar sin sentir, hablar sin compromiso, hablar con engaños e hipócritamente, sabiendo que no se va a cumplir lo que dice, ni tampoco se siente lo que se habla.
Esta expresión del Señor Jesús plasmada en el Evangelio de San Mateo, en la que cita al profeta Isaías hablando de la falsedad de la mente y los labios, es una de las más meditadas, no solo por el énfasis de Jesucristo al llamar hipócritas a los escribas y fariseos de Jerusalén, que lo asediaban con sus doctrinas falsas como por ejemplo el afán por lavarse las manos y sin embargo dejaban a sus padres ancianos sufriendo penurias económicas.
Es meditada además esta cita bíblica, porque desde la antigüedad y hasta ahora, abunda el pensar y hablar solo de labios; “lo dije y me olvidé”, “lo prometí mas no lo cumplo”, “le dije que si para quitármelo de arriba”, no se habla de corazón y conciencia, no se habla con seriedad y responsabilidad.
El hecho es que se pretende establecer un compromiso con Dios “a mi manera”, como dice la canción y no a la manera de Él, como si el Señor del universo, pudiera ser engañado.
Antes el pueblo hacía sacrificios y ofrendas a Dios, pero también ofrecía cultos a infinidad de cosas y a la personalidad y vanagloria misma.
Se decía que se amaba a Dios pero se trataba a los más débiles como viles objetos e incluso hasta los sometían a la vileza de la esclavitud forzada.
Hoy se hacen promesas, se confiesan cosas, se enarbola el nombre “cristianos”, pero de apariencia no de esencia y esto está provocando que muchas personas estén buscando más una emoción que una relación con Dios, porque no pueden comprender como quien se llama cristiano habla y no cumple.
El Señor busca gente que le adoren en espíritu y verdad para bendecirlos y otorgarles todas sus promesas, quiere hijos que le sigan con pasión, con obediencia y agradecimiento, quiere siervos capaces de decir que irán y van, que desean hacer y hacen, que abren la boca para prometer y cumplen, que quieren resucitar a una vida nueva pero están dispuestos a crucificar sus deseos carnales y sobre todo, busca a quienes hayan entendido que la gran comisión, que es llevar a los no creyentes al reino de Cristo, es el más serio compromiso de sus vidas.
En el ámbito de nuestra vida ante nuestros prójimos y la sociedad en general, hablemos de labios, pero actuemos de corazón, hagamos cuando no nos ven lo mismo que hacemos cuando nos ven, honremos a Dios con las palabras, pero demostremos públicamente que le obedecemos.
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Cristo te ama y me ama. Quiere que estemos en comunicación.