SIRVASE EXCUSARME: LAS EXCUSAS QUE RECHAZAN A CRISTO

Notas breves del mensaje basado en Lucas 14:18-20, ofrecido en la Iglesia Bautista David Livingstone, Elizabeth, N.J.

Esta es la parábola de la gran cena.

Jesús nos pinta el cuadro de una invitación a un banquete y en ese caso es la invitación de Dios al banquete de su reino.

El anfitrión  que representa a Dios mismo prepara una fiesta gloriosa y envía invitaciones a todos, pero los invitados responden con excusas. Les están dando prioridad a sus propios intereses por encima del llamado de Dios.

Esta parábola no es solo una  historia, es un espejo que refleja la condición de nuestros corazones.

Nos desafía a preguntarnos qué excusas ponemos para no responder plenamente al llamado de Dios.

Más aún nos invita a centrar nuestras vidas en Cristo, en el señor. Es el único que es digno de nuestra total devoción.

Jesús es el centro de esta parábola, no sólo es el mensajero del banquete, es también el anfitrión y es el sustento mismo de la fiesta.

Rechazar la invitación es rechazar a Cristo mismo. ¿Lo entendemos? Él dio su vida por nosotros para que pudiéramos  sentarnos a la mesa de salvación.

Si rechazamos esa invitación, estamos rechazando ese regalo que él nos dio.

En este sermón, vamos a examinar las tres causas de los invitados, las tres que puso el señor en su parábola.

Exploraremos cómo reflejan nuestras propias prioridades que están mal alineadas. Todo ser humano las tiene mal alineadas, pero cada uno de nosotros debe tratar de alinearlas  lo más cerca de las metas del señor y del llamado que él nos hizo a cada uno de nosotros.

Hay un llamado preciso individual para cada uno de nosotros.

No puedes responder al llamado de la persona que tienes al lado, ni esa persona puede responder al llamado que Dios te hace.

A cada uno de nosotros el señor nos ha llamado específicamente con un propósito, y tienes que cumplir con ese propósito. EL Señor, nos va a pedir cuentas.

Cuando repartió las minas o talentos, había uno que le habían dado diez, otro cinco y a otro uno. Al de uno le pidió cuentas porque no hizo nada. Le pidió cuentas al de 10 talentos y al de cinco talentos.

El señor sabía exactamente lo que había pedido a cada quien y por qué.

Mirándolo bien. El de uno, ¿por qué le dieron uno? porque que no valía ni para una mina. La enterró no hizo nada. ¿Para qué darle diez? Eso hubiera sido malgastar las otras minas. Y el señor no malgasta, el señor es preciso.

Él no te está pidiendo que hagas más de lo que puedes. Hay personas que se debaten, se agotan y se agobian preguntando ¿Por qué no puedo hacer esto que está haciendo el hermano tal? 

El señor no te está pidiendo cuenta por algo que él sabe que no puedes hacer. Él está pidiendo cuentas por lo que sabe que Él te llamó.

Ahora, si para aquello que Él te llamó, no lo estás haciendo. Hay un problema. Ahí sí, hay un problema.

Pero si quieres hacer algo que no fue para lo que Él te llamó, ese problema es tuyo y del Señor.

Haz lo que él ha te ha llamado a  hacer.

Pero vamos a ver que hay excusas y exploraremos como se refleja en  nuestras propias prioridades.

Voy a tratar de traer el mundo del siglo I, del principio del siglo I, después de Cristo y  ponerlo en nuestro alrededor para ver cómo aplica, porque no hago nada con saber cómo aplicaba hace dos mil años. Yo necesito actuar de acuerdo con la forma que aplica hoy en día.

No tenemos muchas veces las mismas situaciones, pero si tenemos las mismas razones y excusas del siglo I.

Vamos a ver también cómo Cristo nos llama a dejar atrás  las excusas.

Al Señor no le gustan las excusas. No tratemos de insultar la inteligencia de Dios. Pero no somos tontos. Es imposible engañar al señor y dar una excusa, y sin embargo lo hacemos.

¿Cuándo has tratado de darle excusas al señor y decirle Señor no lo hice por esto o aquello? Y sabes que eso es una excusa pero no es la verdadera razón por lo cual no  hiciste lo que tenías que hacer y si hiciste lo contrario de lo que tenías que hacer.

La situación es dejar las excusas y seguirle con todo nuestro corazón.

Haz lo que tienes que hacer. No más de lo que tienes que hacer ni menos. Haz lo que él te ha puesto con el Ministerio que tienes que hacer.

La primacía de las posesiones.

Es una de las grandes excusas. Es una  verdad  que cala.

El primer invitado dice que ha comprado un terreno. Necesita ir a verlo. No quiere que ese terreno se eche a perder. ¿Tú comprendes, señor, verdad? Te ruego que me excuses.

Este hombre no rechaza la invitación. Pero se excusa. Tengo que ir a mirar. . El lo que le dice es que su nueva posesión, un campo, está consumiendo su atención.

En el contexto del siglo primero, un campo era una adquisición, una inversión significativa. La tierra era lo principal. Hoy en día, lo son las inversiones, la bolsa de valores, el Bitcoin, las criptomonedas y todas esas situaciones.

Ya no se ve el dinero ni nada físico. Por lo menos aquí hay un terreno, pero ahora cada vez hay menos uso del dinero en efectivo. El dinero pasa, y ni siquiera se ve.

Si todas las persona fueran mañana a un banco a sacar su dinero, los países se fueran completamente a la quiebra, porque la verdad es, que la mayoría de los bancos  apenas tienen un cuarto de su capital en reservas activas. Es así como trabaja todo.

Pero en aquel tiempo, el terreno era lo importante, la tierra era un símbolo de estatus y de seguridad. Pues tenías algo que era útil.

Jesús señala que las posesiones materiales, no son malas, pero no pueden ser el ídolo de tu vida. Las posesiones no se pueden convertir en algo que atesoras más que Dios. No pueden tener el primer lugar en tu vida.

En Colosenses 3:5 Pablo nos advierte que la avaricia es idolatría, porque colocan las cosas creadas por encima del creador. Y nada puede estar por encima del creador. En su enseñanza, él constantemente reorienta nuestras prioridades hacia él.

En Mateo 6:33 nos dice "buscad primero el reino de Dios y su justicia y todas estas cosas os serán añadidas".

El campo no era un problema. El problema era que el hombre permitió que su posición dictara su respuesta al llamado de Dios.

Cuando nuestras posesiones, nuestras casas, nuestros cargos, nuestra tecnología, nuestros ahorros, se conviertan en excusas para no seguir a Cristo, estamos diciendo que confiamos más en lo material que en Cristo Jesús. Confiamos más en lo que Él nos ha dado, que en Él mismo.

Todos tenemos que estar atentos para escuchar el llamado de Dios para nuestra vida. Tienes que entender para que te está llamando. Tienes que ser introspectivo.

Por eso, hay un dicho, que dice a veces leo, leo, leo, y más tonto me quedo. No aprendemos nada para tratar de aplicar lo que aprendemos a nuestras vidas.

¿Qué posesión te está hoy distrayendo de seguir a Cristo? El tiempo que pasas cuidando tus bienes, con miedo a perderlos, ¿te impide comprometerte más con Jesús?

Hay que confiar en él Señor  y él nos promete proveer todo lo que necesitas.

Esta semana vas a dedicar un tiempo a la oración para pedir a Dios que te revele cualquier ídolo material que haya puesto en  tu corazón y te de la valentía, de sacarlo de ahí  y ponerlo en segundo lugar ¿Se entiende?

La búsqueda de la seguridad financiera

Es  la otra excusa. El segundo invitado dice que ha comprado cinco yuntas de bueyes y va a probarlos. Este hombre con sus cinco yuntas de bueyes no puede ir a la cena.

Tiene tanto, tanto, pero no tiene nada, porque lo más importante es el señor de nuestras vidas en el banquete al que nos ha invitado. Oye, puedes tenerlo todo, pero si no tienes a Cristo, no tienes nada.

El hombre está preocupado en sus negocios. Tiene mucho que hacer. Su excusa revela una prioridad mal alineada. La búsqueda del éxito terrenal está  por encima de la comunión con Dios.

Sin Dios, no somos nada. Sin Cristo en nuestras vidas, no vamos a poder hacer uso de lo que Dios nos da.

Jesús enfrentó esta mentalidad en muchas ocasiones.

En Lucas 12:15 dice "guardad de toda avaricia porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee."

Si cometimos el error de no aceptar al señor, tenemos que revisar nuestra vida. Hay que trabajar no por la comida que perece, sino por la comida que lleva a la vida eterna. ¿Estás viviendo por eso? ¿Estás continuamente buscando más?

Pienso en una madre soltera que trabaja largas horas para proveer por su familia. Es una cristiana comprometida. Pero su iglesia le pide que sea líder de un grupo de estudios bíblicos, quizás de una célula.

A esta señora le piden eso, pero ella dice no tengo tiempo, mi trabajo me consume. Su trabajo es necesario. Es una madre soltera. No hay dudas. Pero su excusa refleja una confianza en su propio esfuerzo por encima de la provisión de Dios.

Si tan sólo dedicará tiempo a Dios, descubriría que Él multiplica el tiempo, igual que multiplicó los panes y los peces.

A veces decimos lógicamente estoy cansado, tengo demasiadas cosas que hacer, cómo voy a empezar ahora a liderar a un grupo de estudios, si no puedo ya con lo que tengo y necesito ganar más. Cuando ponemos todo en las manos de Dios, Él multiplica los panes y las peces.

Pero hay que confiar en Él. Debemos ponernos en su mano. No quiere decir que actúe en una forma loca, pero si quiere decir que estás poniendo todo en los manos del creador.

Observa como Dios transforma tus prioridades si apartas 30 minutos diarios para la oración, específicamente preguntando en esa oración, ¿Señor qué quieres que haga? ¿Cómo le hago, señor?

Tengo estos obstáculos. Tengo estas fortalezas que se levantan contra mí. Tú eres el señor de señores. Tú eres, el poderoso dueño de las fuerzas del Salvador. Claro que puedo confiar en ti. Claro que tú me puedes indicar a donde voy.

Los dioses de los ejércitos están en nosotros. Y si están en nosotros, ¿quién se atreve a estar contra nosotros?

Reflexiona sobre tu agenda. ¿Estás tan ocupado persiguiendo tu estabilidad financiera que no tienes tiempo para Cristo?

Dedica un día de esta semana para descansar en Él. Lee su palabra, sirve en tu iglesia, confía en que Jesús quien cuidó a multitudes cuidará también de ti.

La prioridad de las Relaciones humanas.

El tercer invitado dice; acabo de casarme, no puedo ir.

Pone su matrimonio como excusa, para no ir al banquete.

Las relaciones familiares son un regalo de  Dios. Gracias por nuestra relación familiar.

El matrimonio es una institución sagrada. Pero Jesús enseña que incluso las relaciones más preciosas no pueden tomar el lugar de nuestro compromiso con Él. "Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo." Lucas 14:26.

Cristo, es el fundamento de toda relación saludable. Cuando lo ponemos en el centro de nuestras relaciones, nuestras familias se fortalecen, porque Él  nos enseña a amar como el ama. Nos ama tanto que tomó la cruz por nosotros.

Las relaciones humanas no pueden convertirse en excusas para no seguir a Dios. Se pueden convertir en un ídolo si se alejan de su propósito.

¿Qué te está impidiendo seguir a Cristo de todo corazón? ¿Complacer a la gente? Comprométete a invitar a tu familia a un culto pequeño y deja que Jesús transforme esas conexiones para su gloria.

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